Salud y tebeos

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Mantened los ojos bien abiertos.
(Winsor McCay)

miércoles, 31 de marzo de 2021

El efecto Wolfe

En el capítulo tercero de Pinturas de guerra, dedicado por Ángel de la Calle a mostrar la tremenda experiencia de los pintores autorrealistas («que, como los tres mosqueteros, eran cuatro»), encontramos la siguiente viñeta: 


La protagonista de la imagen alude a la evolución de la pintura en Latinoamérica tras la Revolución cubana, con la consiguiente superación o rechazo del informalismo, el expresionismo abstracto, el pop art y demás vanguardias impuestas en la región por los americanos del norte (mediante la Alliance for Progress, 1961-1970, junto a otras políticas activas del imperialismo yanqui). Lo que afirma esta pintora autorrealista es que la actitud de su grupo ante el arte estaba lejos del glamour con que se expresa Tom Wolfe en su crítica de aquellas vanguardias pictóricas, que florecieron en EE. UU. tras la II GM, y mucho más cerca de la posición que caracterizan las explicaciones sobre arte de la bonaerense Marta Traba y, en especial, sus implicaciones. Y en efecto, el destino de los autorrealistas que Ángel de la Calle nos representa, y es el nervio que atraviesa Pinturas de guerra, no tiene nada que ver formalmente con el repaso irónico y divertido, pero sumamente afilado y perspicaz, con el que Tom Wolfe despacha en su libro La palabra pintada (1975) el asunto de las vanguardias neoyorkinas nacidas desde el informalismo. 


Sin embargo, una prueba de que el humor que destila Tom Wolfe en La palabra pintada es perfectamente compatible con el ADN original de los cómics la encontramos en Bob Deler (2008). Es esta una serie de historietas, guionizadas por Hernández Cava y dibujadas por Keko, cuyo motivo además, como en la obra de Wolfe, es el arte contemporáneo. Una ironía contenida (aunque manifiesta), pero también hilarante, caracteriza la aguda observación ―por parte de Cava y Keko― del mundo de las exposiciones, galerías, expertos, críticos y coleccionistas que configuran el mercado del arte actual. Bob Deler participa, así, de lo que aquí denomino "el efecto Wolfe". El punto crucial de La palabra pintada se encuentra en el predominio del comentario sobre la pintura, o la sustitución del cuadro por la teoría que lo sustenta. Hernández Cava le saca punta a este meollo, característico de buena parte del entramado en torno al que gira el arte contemporáneo. Este mundo configura un nudo que bien desatado, a la manera de Wolfe y de Cava & Keko, produce muy buen humor. 


La ironía de Bob Deler se transforma en puro sarcasmo en CAG ARTE (Compendio Analítico Gliscomorfo Arte)del inefable Álvarez Rabo (2015). Aquí predominan la sátira burlesca y el desparpajo. La feria ASCO (Arte Supremo Contemporáneo) de Madrid, las supuestas "provocaciones" artísticas, las instalaciones fraudulentas, el todo por la pasta en nombre del arte, los promotores, artistas y galeristas tramposos, etcétera, se suceden en esta serie de historietas de dibujo desgarbado y colores chillones. Con todo, esta obra de Álvarez Rabo comparte con Dadá la función del urinario de Duchamp. En una especie de descargo de responsabilidad, el autor nos advierte al comienzo: «La mayoría de las páginas de este ensayo [sic] están basadas en hechos tan reales que parecen totalmente mentira, pero repito, están basadas en hechos totalmente reales», lo que no deja de ser un texto empañado por la misma ironía que recorre el libro aunque a la vez, igual que este, denota autenticidad. 


Tanto Bob Deler como CAG Arte, cada uno a su modo, se mueven en la órbita de La palabra pintada. Son dos manifestaciones en lenguaje de historieta del efecto Wolfe. Manifestaciones tan cómicas, tan divertidas, como la prosa del atildado escritor estadounidense. 



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