El (continuará) ―(À suivre), (to be continued)― característico de las historietas de antaño pervive actualmente en las novelas gráficas por entregas. Berlín, de Jason Lutes, o El árabe del futuro, de Riad Sattouf, son buena muestra de ello. Y La balada del norte, de Alfonso Zapico, también lo es. Esta pervivencia del Continuará es una marca no solo de la continuidad de cada historieta prolongada en el tiempo, sino también de la continuidad de un noveno arte que, como las almas en la metempsicosis, transmigra de soporte en soporte.
Parece ser que la novela de Zapico va a consistir finalmente en cuatro entregas. Acaba de salir una tercera que mantiene, en mi opinión, la excelencia de las dos anteriores. No habría de ser de otro modo, puesto que de un mismo texto se trata.
Las onomatopeyas y los símbolos cinéticos son otra marca específica de los tebeos en sentido propio. Especialmente las primeras abundan en este volumen, en consonancia con el carácter bélico que predomina en sus páginas. Pese a la seriedad y el rigor histórico con que Zapico afronta una narración ambientada en la Revolución asturiana de 1934 (al paso que narra esa misma Revolución), el autor es muy consciente del medio que está utilizando, el de la historieta. Y se muestra absolutamente fiel a los recursos de este medio. Lo más significativo es el modo en que Zapico nos convence al demostrar que los recursos del cómic clásico, incluida la caricatura, son perfectamente válidos para describir el horror y la crueldad realmente dados, con sustancia histórica, más allá de la ficticia y tonta crueldad, como de chicle, que se percibe en las viñetas de un Ibáñez, p. e. Quiero decir que Zapico pone el lenguaje de la historieta al mismo nivel que el lenguaje de las narraciones o de las novelas históricas, con toda su carga dramática. Y lo hace empleando ese lenguaje gráfico con la propia frescura que lo acompaña desde sus orígenes. No es poco el servicio que mediante esta estrategia le presta Zapico al cómic, a su consideración y valoración. Es la misma estrategia con la que el autor asturiano acometió, de manera exitosa, otros títulos como Café Budapest, Joyce o Los puentes de Moscú. El tebeo se revalida como un medio idóneo para exponer los conflictos reales, tanto del presente como del pasado. Sin necesidad de edulcorar innecesariamente, pero sin dejar por ello de ser tebeo.
Sabemos cómo acabó la Historia en que se mueven los personajes de La Balada del norte, pero desconocemos el final de su historia. Nos quedamos expectantes acerca de lo que les va a suceder, a la espera de la conclusión de este Continuará.
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