Salud y tebeos

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Mantened los ojos bien abiertos.
(Winsor McCay)

viernes, 18 de mayo de 2018

March. (2) La sustancia dramática

Escribo en este blog como si fuese un cuaderno de apuntes para revisar y ampliar algún día. Pero las notas se suceden sin remedio. Quizás cuando me jubile, me digo. Aunque me va pareciendo que no. 

La ultima entrada de esta bitácora la dediqué a March y a su compaginación de los valores de la democracia con los de la religión evangélica (lo que no significa que se trate de una relación necesaria o que no se pueda dar una -la democracia- sin la otra -la religión-). Obviamente, un asunto así tratado en tan pocas líneas quedó por completo incompleto. Lo mismo que resultará insuficiente lo que viene a continuación, suscitado también por la lectura de March.


No cabe duda del propósito histórico-político que anima esta obra, de marcado cariz institucional. March construye -y expone- un relato legitimado por los hechos, es fiel a situaciones que sucedieron, concuerda con la realidad. Su talante, en cambio, es idealista. Apela en más de una ocasión al "espíritu de la historia", no ya solo como instancia teológica, sino incluso teleológica: es aquello que orienta la acción y la lucha hacia el horizonte axiológico promovido por una religión civil.

Sin embargo, pese al registro épico que vertebra March y, paradójicamente, pese a la reivindicación de los derechos civiles y humanos que atraviesa la obra, el cómic adolece de falta de sustancia dramática, personal (en el sentido en que puedan adolecer de lo mismo los autos sacramentales). Más que seres de carne y hueso que interactúan con sus respectivos entramados vitales, los actores de March parecen ser los acontecimientos y registros históricos que amueblan la obra. Esta perspectiva avalará la importancia formativa de March, su consideración escolar como historia gráfica, edificante incluso. Pero con ello perderá validez en cuanto novela como tal, en sentido pleno, que es el que procede de las obras literarias.

Lo curioso es que la misma sustancia histórica que configura March es la que sirve de escenario temporal a otro cómic, este sí una auténtica novela gráfica sustanciada dramáticamente en conjuntos de tramas e interacciones individuales. Me refiero a Stuck Rubber Baby (1995), escrita y dibujada por Howard Cruse. [La comenté en esta entrada]


El planteamiento, la intención y el objetivo de la novela de Cruse son diferentes de los de March. Su literatura es otra. El tono de Stuck Rubber Baby no es épico, ni apologético; es más bien descriptivo, costumbrista en cierto modo, natural. Es esta una novela de sensaciones, aunque muy bien situada en un tiempo y espacio concretos. Escribe el propio Howard Cruse al respecto:
"...la obra debe considerarse una representación de lo que se sentía en la época y no como una crónica histórica. ... La presencia de Kennedy hace que se asocien a aquella época ciertas ideas y sentimientos culturales. Y son precisamente esas asociaciones y sentimientos los que quiero evocar. ... [la historia] Sucede en algún lugar del sur en tiempos de Kennedy."
El conflicto racial de la época, los acontecimientos históricos destacados en ese conflicto, los métodos no violentos y de resistencia pasiva de los integracionistas frente a la brutalidad de los partidarios de la segregación, etc., son los mismos en ambos tebeos. Pero uno y otro apuntan en direcciones distintas. No es la pretensión de realidad, sin embargo, lo que diferencia ambas obras.

El argumento de March gira en torno a la lucha por la desegregación desde un enfoque binario: negros y blancos asimétrica e injustamente separados. Stuck Rubber Baby, por su parte, se desenvuelve en ese escenario, pero añade los colores de otra liberación, más allá del blanco y el negro. Al tema racial ubicado en la América profunda, sureña, se le suma la cuestión homosexual, con aquella riqueza de matices que uno espera encontrar en las buenas novelas de la literatura.


La novela y el cómic son dos marcas fehacientes de modernidad. Como lo son la defensa de los derechos civiles, el feminismo, la democracia inclusiva, la liberación de los géneros, la libertad sexual. March y Stuck Rubber Baby participan de esa modernidad. Son cómic los dos (más novela el segundo en mi opinión) y exponen ambos las condiciones impuestas por las leyes Jim Crow a una parte importante de la población estadounidense.

En la Introducción de El segundo sexo, Simone de Beauvoir relacionó la fórmula "la igualdad dentro de la diferencia", empleada por una versión de antifeministas, con aquella otra que pretendía justificar las leyes Jim Crow: "Separados, pero Iguales"; fórmulas de una segregación aparentemente igualitaria que sirven como coartadas para la discriminación.

Las tensiones raciales en EE UU no han desaparecido, pese a la llegada de Obama al poder. Tampoco se ha logrado la plena igualdad entre géneros, ni la superación de la violencia contra tantas mujeres, ni la aceptación universal de los homosexuales, etcétera. March y Stuck Rubber Baby, cada uno a su modo, contribuyen a visualizar, siquiera en la mente, la posibilidad de un mundo mejor.



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