Salud y tebeos

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Mantened los ojos bien abiertos.
(Winsor McCay)

domingo, 5 de noviembre de 2017

Crónica del desarraigo: Manifiesto incierto

Según vamos conociendo Manifiesto incierto, de Frédéric Pajak, se va imponiendo cual certeza una impresión sobrevenida tras leer La inmensa soledad, del mismo autor. Estamos ante un escritor dibujante, o al revés, comprometido con el desarraigo.

Algunos desarraigados, podemos decir, iluminan la tierra. Es su trágico destino. Y al menos merecen una consideración.

Son seis de momento los volúmenes del Manifiesto publicados por Pajak. En nuestro idioma han salido los dos primeros.

Si en La inmensa soledad el autor combinaba sus propias reflexiones con las figuras de Friedrich Nietzsche y Cesare Pavese, junto a otros personajes de la trama,  en los dos tomos aquí publicados -por ahora- de Manifiesto incierto Pajak repite fórmula y formato, esta vez centrándose sobre todo en la figura de Walter Benjamin, junto a otros.

Creo que es interesante detallar los títulos originales completos de los seis tomos publicados hasta ahora del Manifiesto de Pajak, con el fin de obtener una perspectiva de la obra.

Manifiesto incierto, 1. Con Walter Benjamin, soñador abismado en el paisaje (2012).

Manifiesto incierto, 2. Nadja, André Breton y Walter Benjamin bajo el cielo de París (2013).

Manifeste incertain, 3. La mort de Walter Benjamin. Ezra Pound mis en cage (2014).

Manifeste incertain, 4. La liberté obligatoire. Gobineau l'irrécupérable (2015).

Manifeste incertain, 5. Vincent Van Gogh, une biographie (2017).

Manifeste incertain, 6. Blessures (2017).

La mera enunciación de estos títulos indica por dónde van los tiros de Frédéric Pajak. Es una exposición de la cultura del desarraigo. El sexto volumen, Blessures, parece ser de tinte  plenamente autobiográfico. En una entrevista al autor [en este enlace] realizada en abril de 2016, Manuel Muñiz le pregunta:
--Para terminar, ¿tiene usted alguna certidumbre acerca de cómo va a continuar este "Manifiesto incierto"? 
--No, claro que no. La idea de este "Manifiesto incierto" es hacer un libro que no acaba. De todos modos, me pararé en el noveno volumen, es suficiente para dar la impresión de un libro sin fin.
 Un libro que no acaba, un libro sin fin. Pajak como autor de obra única.


La verdad es que los dibujos, los textos y los temas tratados por Frédéric Pajak en su obra son muy sugerentes. No solo por su mirada existencial(ista), sino también por su planteamiento (de lo) político. Dejaré para sucesivas entradas algunos comentarios al respecto. (Es más que inquietante el subtítulo del tomo 4 del Manifiesto.)

Decimos que Pajak se involucra en su obra de un modo tal que, si aceptamos la lectura de esta obra como siendo una crónica del desarraigo, da que pensar si el mismo autor se autoincluye por tanto en la nómina de los desarraigados. Ya veremos. Lo que sí está claro es que, desde una perspectiva formal, taxonómica, el estilo compositivo de este autor sí que está desarraigado, pues no es sencillo adscribirlo a ninguno de los "géneros y especies" usuales. El propio autor escribía en el prólogo a la primera edición de La inmensa soledad (1999):
"Este libro no es una biografía, ni dos biografías, aún menos una autobiografía. No es un libro de historia, ni un libro que cuenta historias; no es un libro de geografía, ni una novela, ni un cómic."
Lo mismo exactamente se puede decir de Manifiesto incierto. Se suele utilizar la expresión "ensayo gráfico" para describir lo que hace Pajak. Sobre este asunto, no puedo dejar de copiar otro fragmento de la entrevista, anteriormente citada, entre Manuel Muñiz y el autor francés (el subrayado es mío):
--Sus libros son descritos como "ensayos gráficos", término que recuarda al tan traído y llevado de "novela gráfica". ¿Considera usted que hay alguna relación entre su obra y el mundo del cómic?
--No tengo ninguna relación con el cómic o la novela gráfica. Utilizo los dos lenguajes que me pertenecen -la escritura y el dibujo- oponiéndolos. A veces parecen reconciliarse: es una ilusión. Lo que no puedo expresar con la escritura, lo muestro con el dibujo, y viceversa. Mis dibujos no ilustran el texto, y el texto no destaca los dibujos. Están enfrentados.
Cuando comenté La inmensa soledad en otra entrada de este blog [aquí], me referí a la clausura que realiza el lector "a través de los intersticios que suceden entre las imágenes y los textos" de Pajak. Y añadía que este acto de clausura es el que embarca la obra de este autor en la estación de la literatura dibujada. De corte ensayístico, claro está,

Ahora bien, aun aceptando el desarraigo estilístico ("taxonómico") de Frédéric Pajak, me gustaría terminar este post apuntando a lo subrayado en la conversación citada. Cuando parece que se reconcilian la escritura y el dibujo de las páginas de Pajak, se trata de una ilusión, dice él mismo. Es el mismo tipo de ilusión, añado yo, que se produce cuando leemos un cómic.


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