Salud y tebeos

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Mantened los ojos bien abiertos.
(Winsor McCay)

jueves, 17 de diciembre de 2015

"La casa", de Paco Roca. En el nombre del padre

También es casualidad que dos grandes autores valencianos de tebeo acaben de publicar sendos libros casi simultáneamente y con el mismo título: La casa. Me refiero a Daniel Torres y a Paco Roca. La diferencia específica en el título la aporta el subtítulo de la obra de Torres: Crónica de una conquista. Por lo demás, el resto de diferencias entre ambas Casas es tan evidente que resulta hasta ocioso el enumerarlas.

Hay empero un par de coincidencias al menos que unen La casa de Roca y La casa de Torres, escritas como están ambas obras con un dominio autoral del lenguaje del cómic. La representación del paso del tiempo es una de esas coincidencias. La otra, la consideración de 'la casa' como algo más que un cobijo frente a la intemperie.


En el caso -en La casa- de Roca, el tiempo que fluye es el particular, biográfico. Y no solo el del autor. Como ya ocurriera con Arrugas, Paco Roca tiene el don de conectar en La casa con la intimidad de un buen número de lectores.

[En general, Paco Roca es un historietista accesible, que gusta, que llega a un público amplio. (Salvando las distancias que cada arte impone y otras, a mí el fenómeno Paco Roca me recuerda un poco al fenómeno Joaquín Sorolla -otro valenciano-... en lo que a su popularidad se refiere y en el modo en que ambos autores, sin renunciar a su arte, consiguen cuando exponen con brillantez lo que quieren agradando a la vez.) De alguna manera, Paco Roca describe cosas de las que les pasan a las gentes, situaciones comunes, compartidas. Unas veces trata una experiencia histórica, como en Los surcos del azar y El invierno del dibujante. Otras veces, la experiencia es más privada, como en Arrugas y La casa. Pero siempre, de un modo u otro, el autor apela a una experiencia colectiva, como dando a entender que no estamos solos ni vivimos aislados (comentario aparte merece El juego lúgubre).]

La intimidad que Paco Roca comparte con el lector en La casa tiene que ver con la llamada clase media española de hace unas décadas, la de la segunda vivienda y el cochecito, en cuyas familias el padre ocupaba una centralidad incuestionable o prácticamente indiscutida. Es bien conocido el análisis sociológico de esta clase media local, pero lo que hace Paco Roca en su nuevo tebeo no es mera sociología. Nos cuenta una historia emotiva, privada, por más que devenga en una conocida historia pública. La memoria individual es una versión particular, única, de la historia colectiva.

Un montón de circunstancias que aparecen en La casa serán reconocibles por el lector. Pero el papel que la figura paterna desempeña en la obra destaca sobre lo demás. Roca rinde homenaje no solo a su padre, sino con ello a toda una generación de padres. Homenaje que resulta de un ajuste de cuentas previo. A diferencia de lo que hemos ido viendo en este blog respecto a otros títulos, el padre no es representado o evocado por Roca desde la experiencia de la guerra paterna. O bueno, si se quiere, lo es desde esa otra guerra que es vivir sin desfallecer sobrellevando los trabajos y los días.

La invisibilidad de la madre, por otra parte, es tan llamativa en La casa de Roca como lo es la de la madre de Riad Sattouf en El árabe del futuro I, una obra también dedicada a la figura parterna desde la perspectiva del hijo. Otro suele ser el resultado cuando quien evoca al padre es hija.

Volveremos sobre ello.


El formato apaisado de La casa encaja perfectamente con la composición y el colorido de sus páginas. Favorece la contemplación. En ocasiones, el lector puede sentir al hojear este libro que está revisando el cuaderno de un pintor impresionista. Así de bello es. A veces se vislumbra El sol del membrillo

De momento, lo dejamos aquí. 


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