En el universo científico hay una especie de hiato, una fisura que se da entre dos ámbitos de conocimiento. Por un lado están las ciencias formales: lógica y matemáticas. Por el otro, las ciencias factuales o empíricas, sean estas naturales (física, p. e.) o sociales (economía, p. e.). Las primeras tienen que ver con símbolos de ideas y esquemas de razonamiento. Las segundas, con hechos. La lógica y las matemáticas no estudian el mundo, lo que es el caso. Las ciencias empíricas sí.
Este hiato lo señaló en el siglo XVIII David Hume. En nuestros días está firmemente establecido desde que Wittgenstein arribó hace casi cien años a la conclusión de que las leyes de la lógica no son sino tautologías: su validez no depende de lo que sea o no el caso (son independientes de la experiencia). No obstante, la lógica y las matemáticas no son meros juegos lingüísticos. La revolución telemática, por ejemplo, es inseparable del desarrollo de ambas ciencias.
Tanto Logicomix como Última lección en Gotinga son, con todas sus diferencias, tebeos que se inspiran en los ámbitos de las ciencias formales. Cosmicómic (2013), en cambio, se centra en unos hechos referidos al campo de la ciencia natural. Con guion de Amedeo Balbi y arte de Rossano Piccioni, Cosmicómic lleva un esclarecedor subtítulo en nuestro idioma: El descubrimiento del Big Bang.
No cabe duda de que los autores de Cosmicómic están influenciados por Logicomix. No lo digo solo por las fechas de publicación y por los títulos respectivos. En una y otra novela gráfica se narran sendos capítulos de la historia de la ciencia (formal en un caso, natural en el otro). Y los epílogos de Cosmicómic (biografías y notas finales) recuerdan claramente a los de Logicomix. Hay mayor densidad narrativa, con todo, en la novela dedicada a los lógicos, independientemente del mayor número de páginas que la llenan.
En cualquier caso, Cosmicómic es un buen tebeo que tiene además el valor añadido de informar sobre el hallazgo de la teoría cosmológica que encuentra más adeptos entre la comunidad científica actual. O acaso al revés, Cosmicómic es una aceptable divulgación de la teoría del Big Bang, a partir de sus artífices, que cuenta con el valor añadido de ser además un buen tebeo.
No cabe duda de que los autores de Cosmicómic están influenciados por Logicomix. No lo digo solo por las fechas de publicación y por los títulos respectivos. En una y otra novela gráfica se narran sendos capítulos de la historia de la ciencia (formal en un caso, natural en el otro). Y los epílogos de Cosmicómic (biografías y notas finales) recuerdan claramente a los de Logicomix. Hay mayor densidad narrativa, con todo, en la novela dedicada a los lógicos, independientemente del mayor número de páginas que la llenan.
En cualquier caso, Cosmicómic es un buen tebeo que tiene además el valor añadido de informar sobre el hallazgo de la teoría cosmológica que encuentra más adeptos entre la comunidad científica actual. O acaso al revés, Cosmicómic es una aceptable divulgación de la teoría del Big Bang, a partir de sus artífices, que cuenta con el valor añadido de ser además un buen tebeo.
En el apartado gráfico, yo destacaría la simplicidad del dibujo y el acierto en la elección de los colores, que en algunas páginas recuerdan a la era del Sputnik.
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