Una de las manifestaciones de entretenimiento popular que
mejor se da en la cultura española es la comedia de costumbres. De un modo
característico, el costumbrismo está presente en el cine, el teatro, la
televisión y hasta en el tebeo patrios.
Los anglosajones acuñaron el término sitcom -comedia
de situación- para referir ciertos productos costumbristas propios de las artes
escénicas y secuenciales. Pero no hay que irse tan lejos para conocer de
primera mano esta modalidad artística. Es algo que abunda en nuestro país.
En este hilo ya salió a relucir Malas ventas, la
novela gráfica de Alex Robinson, como ejemplo anglosajón de arte secuencial
costumbrista. En España, un buen ejemplo de esto mismo es Actor
aspirante, del valenciano Max Vento (n. 1977).
El volumen integral de Actor aspirante, de 2013,
recoge los tres cómics que Max Vento había publicado anteriormente bajo la
misma rúbrica: Monólogo de mi vida desastrosa (2007), Noches de
citas (2009) y Comedia en un acto (2010). Además, el autor ha
añadido para la edición integral de Actor aspirante tres nuevas
historietas: La comedia se deshace (2011), ¿Ventanilla o pasillo? (2012) y La ciudad de los sueños (2013).
Con estas seis historias Max Vento completa y cierra un
ciclo.
Dos elementos prácticamente ineludibles en el género costumbrista
son la fluidez de los diálogos más o menos ingeniosos y la presencia de un
número variable de personajes secundarios en escena. En Actor aspirante se dan cumplidamente ambos elementos. Max Vento caracteriza en su obra un buen
plantel de secundarios (actores o personajes de reparto, se les llama ahora)
que desgranan frases oportunas para la acción. Dicho sea de paso, la escena
popular española está llena de grandes secundarios ingeniosos que a menudo
eclipsan a los olvidados galanes o primeros actores.
Pero lo mejor de Actor aspirante son esos momentos en
que se confunden o identifican la cuarta pared del escenario teatral con la
cuarta pared de las viñetas del cómic; es decir, cuando la mirada del
lector-espectador (mirada que es el límite de esa cuarta pared) se encuentra
inmersa en un espacio visual y narrativo en el que se entrecruzan dos medios,
el escénico y el propio de la historieta. Y a través de este juego, además de
gratificar al lector, Max Vento experimenta con éxito las posibilidades que
encierra el lenguaje del cómic.
Este entrecruzamiento de medios también lo practica Max
Vento en Ruzafa Blues (un videoclip), la historieta que él firma en
colaboración con Valentín Vañó en el volumen colectivo Valentia (2012).
Aquí, los dos medios en juego son el musical y el del cómic. El lector descubre
el juego visual y narrativo con placer, pero al final permanece una inquietud
ante las últimas viñetas de la historia, que apuntan a incidir en lo real.
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