Salud y tebeos

Salud y tebeos
Mantened los ojos bien abiertos.
(Winsor McCay)

martes, 11 de marzo de 2014

Binky Brown

No de un modo latente, sino netamente manifiesto, el psicoanálisis irrumpió en la escena del cómic en 1972 de la mano de Justin Green y su Binky Brown conoce a la Virgen María. Y lo hizo de una manera confesional, es decir, a través de un tebeo en el que su autor se exponía a sí mismo y ante el público, sin tapujos, como un neurótico atormentado por conflictos sin tregua entre su religión y su sexualidad.


Respecto a la novedad que supuso Binky Brown... en la historia del cómic, escribe Art Spiegelman en la Introducción a esta obra:

Justin convirtió las cajas en las que se empaquetan los comic-books en confesionarios íntimos y seculares que cambiaron profundamente la vida de los cómics. (...) Inventar todo un género no es poco. Lo que las hermanas Brontë hicieron por el romanticismo gótico, lo que Tolkien hizo por el género de espada y brujería, Justin lo hizo por el género autobiográfico.

Justin Green fue el primero en "desnudar su alma" mediante viñetas con texto. Fue el primero, también, en desgranar su historia en nada menos que 44 páginas, cosa que en la época se antojaba una proeza casi titánica, si bien hoy está más que superada.

Binky Brown, entonces, anticipó la novela gráfica actual y específicamente la de corte autobiográfico.

Lo que expone Justin Green en su obra es la experiencia de una psique trastornada por un desorden obsesivo-compulsivo de manual, años antes de que este tipo de síndromes deviniesen materia cultural o narrativa. Hijo de padre judío y de madre católica, el adolescente Green vive atormentado por los efectos represores de una estricta educación religiosa que potencia los sentimientos de culpa, en contraste con una sexualidad emergente y descontrolada que tiende incluso a la parafilia fetichista.

El tono confesional y sincero de Binky Brown conoce a la Virgen María no convierte esta obra en un muro de lamentaciones. Al contrario, Justin Green no parece perder de vista el carácter de entretenimiento que es genuino en la historieta como medio. En plan juego de palabras, hay más penes dibujados en este tebeo que penas transmitidas por el autor. Nos encontramos así ante un cómic iconoclasta. Y es en eso en lo que estriba el valor de este arte practicado como exorcismo.

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