Salud y tebeos

Salud y tebeos
Mantened los ojos bien abiertos.
(Winsor McCay)

jueves, 20 de febrero de 2025

Elogio de la singularidad

 

La ciencia ficción verdadera, la constituida por plausibles ficciones científicas ―y no la que se limita a aportar decorados futuristas a la historia―, es una rareza, una singularidad. Y cuando se da, produce satisfacción. Marc-Antoine Mathieu lo consigue con un díptico singular: el constituido por Deep Me + Deep It. Es ciencia ficción verdadera por cuanto la historia que Mathieu nos cuenta se basa en la plasmación, aquí mediante cómic, de una hipótesis con visos de cientificidad. Es la hipótesis que anima la teoría de la singularidad, según la cual el futuro está en las máquinas. No desvelaré ya más, para no destripar este cómic tan atractivo. 


Una singularidad añadida a este díptico es su carácter no ya meramente existencialista, sino existencial en el profundo sentido filosófico de un término que linda de algún modo con la poesía. 


Finalmente. la tercera singularidad de esta obra de Mathieu es su osadía (si se puede hablar así) formal. Esto es, su poética. 

En absoluto defrauda, más bien al contrario. 

[Me recordó en algún momento a The Cage, otra rareza, esta vez de Martin Vaughn-James.]


miércoles, 12 de febrero de 2025

Trauma, olvido, transmigración


Si un modo habitual de convivir con el trauma consiste en olvidarlo, y hay traumas individuales (una vivencia desagradable en la infancia, p. e.) y traumas colectivos (una masacre, una guerra) ―por mucho que, en última instancia, el trauma sea siempre personal―, diremos entonces que igual que hay una amnesia individual, hay también una amnesia colectiva. Este es el planteamiento que subyace, o así lo parece, bajo Las personas de los apartamentos dorados, el cómic (o manhwa) de Park Kun-woong que consigue, en casi setecientas páginas, acaparar la atención de un lector intrigado, a la vez que asombrado, por la historia que ahí se cuenta. 


Una historia, además, instalada en el género "estamos muertos pero no lo sabemos", que si bien ha dado buenos resultados en ciertas narraciones (en el plano diegético sobre todo), se presenta a la vez como un género sumamente arriesgado y proclive a la chapuza. El riesgo procede, entre otras razones, de que hablamos de relatos más bien metafísicos ―en el sentido vulgar de 'metafísica', una especie de transfísica que acepta la existencia de una vida más allá de la muerte―. Y esos mimbres, queramos o no, se prestan a la construcción de relatos desmañados. Aunque a veces se acierta. 


El acierto de Park Kun-woong tiene diferentes motivos, todos ellos implicados en una construcción excelente del relato. Uno de ellos es que su supuesto metafísico no se limita a la diégesis o a la historia contada, sino que es trascendido por medio de un discurso que remite a la sevicia que acompaña a las guerras. Es este un discurso cuyo alcance, si bien se ajusta a la guerra de Corea en esta historia, deviene universal. 

Otro motivo del acierto de Park Kun-woong en Las personas de los apartamentos dorados reside en las virtudes simbólicas que el relato contiene. La pérdida de memoria, la ignorancia del nombre propio que uno tiene, la ausencia de identidad personal... La transmigración de las almas puede ser una metáfora metafísica, pero se halla anclada en experiencias existenciales vinculadas a la repetición de rutinas, costumbres, hábitos del todo insignificantes... al menos hasta que haya un proceso de recuperación de la memoria, tal y como se contempla en este cómic. 


Y por supuesto, tratándose de un cómic, Las personas de los apartamentos dorados atrapa al lector por la belleza (sea eso lo que signifique) de sus imágenes, sabiamente yuxtapuestas y entrelazadas con las palabras que articulan el texto.