Salud y tebeos

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(Winsor McCay)

sábado, 18 de enero de 2020

Negra y criminal. Que decidan las cerillas

Conocí a Paco Camarasa (Francisco Camarasa Yáñez [1950-2018], librero, que no hay que confundir con Francisco Camarasa Pina [1963-2016], el otro gran Paco Camarasa, editor) en abril de 1977, en unas circunstancias excepcionales que otro día les contaré. El 4 de diciembre de 2002 abrió junto a Montse Clavé la librería Negra y Criminal, situada en la calle de la Sal, en pleno barrio de la Barceloneta. Negra y Criminal fue un referente en su género, el de las librerías de género ―negro y policíaco, criminal, en este caso―. De hecho, cuando se inauguró era la única en España especializada en esa materia. Sin embargo, pese a su prestigio fraguado en el circuito boca-oreja, el 3 de octubre de 2015 cerró definitivamente la librería. Y cerró por falta de ventas, en un momento en el que la literatura de este tipo estaba tan consolidada que se vendía hasta en el supermercado. Son las paradojas de la fama, perfectamente diferenciable del éxito. O mejor, de otro modo más preciso, Negra y Criminal tuvo éxito, pero no económico. Los suyo fue alimentar sabiamente la pasión por el género.

El femenino de la expresión negra y criminal alude al género gramatical del término novela, está claro, o al de literatura. Pero puede también referirse a un tipo de materia narrativa susceptible de ser adaptada a diferentes formatos y medios: novela, cine, cómic, periodismo, videojuego, fotonovela. Se trata de una materia ―una especie de arquetipo narrativo― cuya articulación lingüística ideal o abstracta constituye de por sí un texto polimorfo bien reconocible; el cual, cuando se realiza en el lenguaje de un medio específico, se presenta mediante nuevos textos particulares que a su vez conservan aquella naturaleza polimorfa del texto ideal. Este es el polimorfismo que justifica los trasvases que se dan de un lenguaje a otro, corrientes entre la novela (incluidos los demás relatos en prosa), el cómic y el cine principalmente.


Que decidan las cerillas es un tebeo que ilustra perfectamente lo que ahora sugiero. Es una versión gráfica de El huevo izquierdo del talento (2013), un conjunto de relatos que al final estructuran una novela o al revés, una novela que articula una serie de relatos. Como "Novela de Cerveza-Ficción" se promociona, aquí por ejemplo:


En cualquier caso, El huevo izquierdo del talento es un libro de naturaleza puramente negra y criminal. Está escrito por Carlos Salem (n. 1959), un autor de origen bonaerense que descolla en el cultivo de la série noire. La adaptación gráfica de este texto ha sido realizada por Kike Narcea, y el resultado es un muy brillante cómic publicado en enero de 2018 con el título Que decidan las cerillas. La faceta más conocida de Kike Narcea es la de cineasta, pero ya sus comienzos en el cine como realizador de storyboards son bien indicativos de su interés por el lenguaje del cómic y de su capacidad para realizar historieta. En este sentido, El tiempo de Plácido Meana (2012) es una película de Narcea en la que confluyen sus intereses por el cine y el cómic.

En el juego del trasvase de lenguajes y de medios, una obra resulta acertada cuando se emancipa del texto que le sirve de base; esto es, cuando muestra la autonomía y la completud de un lenguaje específico respecto a otro. Es lo que consigue Narcea en Que decidan las cerillas en favor del lenguaje gráfico. No se trata desde luego de una soberanía o de una independencia absolutas. Todos los lenguajes artísticos participan de elementos de otros lenguajes, tal y como se ejemplifica en los dibujos de Narcea que reflejan un dominio en el uso de la profundidad de campo. Sin embargo, a diferencia de lo que sucede con la gráfica de Sean Phillips en sus colaboraciones con Ed Brubaker ―como ejemplo de otro tipo de historieta negra y criminal―, el lenguaje gráfico sobresale como tal en Que decidan las cerillas. El lector en este caso no tiene dudas acerca de que está leyendo ciertamente un cómic, siendo esta una certeza que se diluye en ocasiones ante las narraciones de Brubaker dibujadas por Phillips, tan deudoras de la fotografía (un fenómeno al que me referí [aquí] mediante la expresión "el cómic después del cómic" ).


Esta conseguida autonomía del lenguaje gráfico, o del cómic frente a la novela versionada y, sobre todo, frente a otros lenguajes es algo que beneficia no solo al dibujante, sino también al escritor del texto base. Carlos Salem es un escritor afortunado en este sentido. Lo que la noche sabe (2019) es un conjunto de historietas dibujadas por Iñaki Echevarría, igualmente basadas en relatos de Salem, con muy diferente factura plástica respecto a Que decidan las cerillas. Sin embargo, aunque la gráfica tan porteña (con regusto brecciano) de Iñaki Echevarría dista mucho de la gráfica más underground de Kike Narcea, también Echevarría transmite con acierto la naturaleza negra y criminal de la narrativa de Salem. Quizás la ausencia de una metahistoria que unifique las historias de Lo que la noche sabe, cosa que no ocurre en Que decidan las cerillas, incline para algunos la balanza en favor de esta última, aunque se trata en ambos casos de muy buenos tebeos. Por cierto, la diferente manera en que Narcea y Echevarría, respectivamente, representan a Poe ―un personaje que aparece en ambos títulos― es una muestra del polimorfismo inherente a la narrativa negra y criminal en general, y a la de Salem en particular (un polimorfismo, todo hay que decirlo, que no es exclusivo de tal narrativa).

Que decidan las cerillas es un ejemplo redondo de novela gráfica. Negra y criminal. Traduce un artefacto novelesco que a su vez realiza una de las posibles versiones de un arquetipo narrativo de género. Negro y criminal.


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