En la guarda delantera derecha del tebeo Jimmy Corrigan, o El chico más inteligente del mundo (Planeta DeAgostini, 2003), de Chris Ware, aparece impreso un texto titulado: "El Nuevo Lenguaje de Imágenes Gana Posiciones". Debajo de este título y con un tipo menor de letra se lee: "Muy útil para mostrar las cosas prescindiendo de grandes palabras". Y en cursiva minúscula, a manera de crédito, aparece: "Artículo reproducido de la Revista de Estudios de Humanidades". De inmediato se aprecia el tono irónico, sarcástico, corrosivo de este texto suponemos que del propio Ware, escrito con la agudeza que caracteriza al autor estadounidense. Es un artículo chocante. Paradójico. Contradictorio. En él el menosprecio deriva en alabanza y al contrario, la alabanza en menosprecio... en el más puro estilo de la gráfica satírica. Al comienzo del artículo, Ware caracteriza la habilidad en el uso de imágenes como una capacidad congénita; los niños la practican por inclinación natural, si bien diversas causas como la escolarización temprana atrofian dicha habilidad, quedando esta confinada en los adultos a la lectura de chistes gráficos o, despectivamente, recluida en las cavernas de la minoría de edad. Sin embargo, a continuación Ware augura un desarrollo espléndido y un uso extendido del lenguaje de imágenes (LI), un fenómeno en conexión con el aumento progresivo del grado de analfabetización de la gente ("y el consiguiente hundimiento de la inteligencia general del populacho" [sic]), todo ello favorecido por los avances que se van logrando en el ámbito de la lingüística de la imagen y la consiguiente mejora entre los consumidores adultos de las capacidades de Aprehensión del Lenguaje de Imágenes (ALI). Tras referir las alabanzas al LI y a su viabilidad económica por parte de un investigador de la cultura popular, Ware concluye señalando proyectos editoriales y militares incipientes experimentados en fase de prueba con sectores de consumidores poco educados o "intelectualmente obtusos". Las características del lenguaje visual y su "aspecto divertido y transcultural" lo convierten en idóneo para la transmisión de contenidos de toda índole y el entretenimiento de las masas. Hasta aquí el artículo de Ware.
El hecho de que este texto proceda de finales del siglo pasado no le resta un ápice de actualidad, en particular en lo que se refiere a la universalización del lenguaje de imágenes. Otra cosa es la valoración intelectual de ese mismo lenguaje en función de sus receptores. La ironía y el sarcasmo de Chris Ware entroncan con el espíritu de la historieta clásica, pero no resuelven el espinoso debate acerca de una supuesta jerarquía entre las artes, si bien creo que tampoco es ese el fin del texto de Ware, paradójico como digo. Continúo pensando que, tal y como indico en una entrada anterior: Lenguaje icónico, lenguaje verbal [aquí], esta cuestión de la jerarquía entre las artes probablemente no está bien planteada. La escritura, en sus diferentes modalidades (verbal, icónica, musical), atraviesa todas las artes. El artículo de Ware apunta más bien a las posibilidades manipuladoras del lenguaje de imágenes, a sus capacidades para el dominio y control de la población; una manipulación, dominio y control que siempre son ejercidos por alguien, por los poderosos -señores del aire en el terreno audiovisual-, y no por el lenguaje en sí como tal. Y es en este estricto sentido en el que destaca la vigencia de texto de Ware.
No solamente ciertos desarrollos actuales del cómic como son el ensayo gráfico y el cómic ensayo, la poesía gráfica, las aplicaciones didácticas de la historieta, la historia gráfica, etcétera, permiten cuestionar el que la historieta tenga un valor intelectual mínimo. La misma historia del cómic, desde sus orígenes, lo cuestiona y lo niega. Son las producciones de autores como Chris Ware, entre muchísimos otros, las que desmontan esa falacia. De ahí el carácter chocante, contradictorio y paradójico del artículo "El Nuevo Lenguaje de Imágenes Gana Posiciones", admirablemente escrito por cierto, como admirable es la gráfica de Ware.
El hecho de que este texto proceda de finales del siglo pasado no le resta un ápice de actualidad, en particular en lo que se refiere a la universalización del lenguaje de imágenes. Otra cosa es la valoración intelectual de ese mismo lenguaje en función de sus receptores. La ironía y el sarcasmo de Chris Ware entroncan con el espíritu de la historieta clásica, pero no resuelven el espinoso debate acerca de una supuesta jerarquía entre las artes, si bien creo que tampoco es ese el fin del texto de Ware, paradójico como digo. Continúo pensando que, tal y como indico en una entrada anterior: Lenguaje icónico, lenguaje verbal [aquí], esta cuestión de la jerarquía entre las artes probablemente no está bien planteada. La escritura, en sus diferentes modalidades (verbal, icónica, musical), atraviesa todas las artes. El artículo de Ware apunta más bien a las posibilidades manipuladoras del lenguaje de imágenes, a sus capacidades para el dominio y control de la población; una manipulación, dominio y control que siempre son ejercidos por alguien, por los poderosos -señores del aire en el terreno audiovisual-, y no por el lenguaje en sí como tal. Y es en este estricto sentido en el que destaca la vigencia de texto de Ware.
No solamente ciertos desarrollos actuales del cómic como son el ensayo gráfico y el cómic ensayo, la poesía gráfica, las aplicaciones didácticas de la historieta, la historia gráfica, etcétera, permiten cuestionar el que la historieta tenga un valor intelectual mínimo. La misma historia del cómic, desde sus orígenes, lo cuestiona y lo niega. Son las producciones de autores como Chris Ware, entre muchísimos otros, las que desmontan esa falacia. De ahí el carácter chocante, contradictorio y paradójico del artículo "El Nuevo Lenguaje de Imágenes Gana Posiciones", admirablemente escrito por cierto, como admirable es la gráfica de Ware.
No hay comentarios:
Publicar un comentario