Salud y tebeos

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Mantened los ojos bien abiertos.
(Winsor McCay)

domingo, 2 de diciembre de 2018

Carlos Giménez frente al fantasma de la soledad

Cada historietista tiene su caligrafía que lo identifica, su huella dactilar como dibujante, guionista o ambas  cosas. La buena caligrafía es la que cuenta bien las cosas, las dice bien. Y si además rezuma verdad, en el sentido de autenticidad (la autenticidad es un latido, recuerden), estamos entonces ante un historietista clásico, de fuste. Como es el caso de Carlos Giménez


Canción de Navidad es el nuevo tebeo de Carlos Giménez; Una historia de fantasmas, su subtítulo. Y en efecto, Giménez recurre a los fantasmas para cantar (y digo cantar) una historia. Y de paso, exorciza otro fantasma. Pero vayamos por partes.

Canción de Navidad

A Christmas Carol es un relato original de Charles Dickens publicado en 1843 que forma parte del acervo de nuestra cultura. Suele ser traducido como Cuento de Navidad o Canción de Navidad, pero dado que a las canciones de navidad se las denomina aquí villancicos, no sería incorrecto traducir a nuestro idioma el cuento de Dickens como Un Villancico. Y como ya se sabe que los villancicos navideños de mayor calado combinan el escalofrío con el bienestar: "...y nosotros nos iremos / y no volveremos más. / Resuenen con alegría / los cánticos de mi tierra...", entiendo que, en este sentido, lo que nos propone Giménez en su nuevo cómic es un villancico... civil, of course.

Para su Canción de Navidad, Carlos Giménez adopta del relato de Dickens muchos elementos constitutivos, pero sin repetir la fórmula que practicó en La máquina del tiempo (2017). En este título, la fidelidad de Giménez a la novela de H. G. Wells lo llevó a realizar un prodigioso trabajo de síntesis que da cuenta de lo esencial del original, bien que con su personal caligrafía (la de Giménez, quiero decir). Yo, que me considero un forofo del relato de Wells desde que vi de niño El tiempo en sus manos y luego leí la novela en que se basa la película, soy de los que consideran que La máquina del tiempo de Giménez es una muy buena historieta. Sin embargo, en Canción de Navidad el autor madrileño plantea y resuelve un trabajo diferente cuyo resultado trasciende en mayor medida.

Canción de Navidad continúa el hilo narrativo que conecta Paracuellos con Los profesionales y Crisálida. Es la historia de Pablo. En otro sentido, Canción de Navidad enlaza directamente con Crisálida, viene a ser como una derivación. En su villancico, Giménez utiliza la novelita de Dickens adaptándola al presente. En concreto, a la biografía de Pablo. Y de nuevo, Giménez inmiscuye esta biografía personal con la historia de una porción del paisanaje de nuestro país. El solipsismo parece arreciar, pero el arte de Giménez lo conjura.

Una historia de fantasmas

El hombre duerme, el fantasma no, nos recuerda Max en el título de su blog. Los fantasmas acechan, inquietan, desvelan. Sobre todo en determinadas fechas, como las de navidad. Dickens lo supo. Giménez también. Son los fantasmas del pasado, del presente y del futuro. En días de Nochebuena se confabulan siquiera un instante, el tiempo que basta para inducir y espantar la tristeza. Fantasmas que acompañan a otros fantasmas. Y entre ellos, singularmente, el de la soledad.


Pero los fantasmas, ya se sabe, fantasmas son. Canción de Navidad de Giménez conecta con la lucidez de Crisálida. Y nos enseña que no hay que confundir la soledad con el aislamiento. Porque una cosa es estar solo y otra muy diferente es creer que uno está solo, cuando no es el caso... El aislamiento, cuando es sabido y querido, no es soledad. 

No puedo dejar de recordar en esta entrada el chiste de gallegos que cuenta Ricardo Bolaño en Los detectives salvajes. Cito de memoria. Van quinientos mil gallegos por un bosque llorando desconsoladamente. Se cruzan con un tipo, cualquiera de nosotros, y les pregunta -les preguntamos- por qué lloran. Es que estamos solos y nos hemos perdido, contesta uno de ellos. Fin de la cita. Giménez no llora en su canción, por más que sabe tocarnos la fibra sensible. Sabemos si queremos que Pablo, o cualquiera de nosotros, no está -o no estamos- solos. Otra cosa es que en ocasiones, por nuestra supervivencia anímica o intelectual, prefiramos aislarnos. En tiempos sobre todo de impostura.

Por eso digo arriba que Canción de Navidad puede ser leída como un villancico civil, sin zambombas ni fanfarrias. Armoniza la tristeza con la calidez. Aunque el destino aceche. 


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