La edición integral de El señor Jean, dibujado y escrito a cuatro manos por Philippe Dupuy y Charles Berberian (bajo la firma Dupuy-Berberian), permite revisar la importancia de esta serie noventera. En efecto, tras una primera historieta del personaje (Une bonne surprise), aparecida en 1989, la serie está compuesta por siete álbumes publicados entre 1991 y 2005, más un tomo hors-série del año 2000 titulado La théorie des gens seuls, traducido por Sara Bueno Carrero como La teoría de los solteros. Las historietas de los respectivos volúmenes siguen un orden cronológico, si bien el álbum del año 2000 sitúa la acción entre el tercero y el cuarto, de 1994 y 1997 respectivamente. Lo importante a efectos comicográficos es que El señor Jean es una serie noventera también en cuanto a su diégesis.
A estas alturas, el conjunto de Monsieur Jean se nos presenta como un manifiesto bobo (o bobó, contracción de bourgeois bohème) aunque tierno, sin acritud. Avant la lettre. Posteriormente, los mismos autores, Dupuy y Berberian, publicaron en dos tomos Bienvenue à BoBoLand (2008, 2009), una serie de historietas esta vez sí, ácidas -pero no desesperadas- acerca del singular Lebenswelt o mundo de la vida que caracteriza el postcapitalismo hiperconsumista en que nos desenvolvemos, sin duda no todos, pero sí ese sector sociológico integrado por los bobos urbanos.
En realidad, El señor Jean se encuentra un poco en la línea de Malas ventas (Box Office Poison), la serie de Alex Robinson publicada entre 1996 y 2001 [aquí] y recogida ese año en un solo volumen de más de 600 páginas (los ocho álbumes de Monsieur Jean, sin extras, suman cerca de 500 páginas). Uno en versión francesa, otro en versión neoyorquina, ambos títulos exponen los avatares de una generación de jóvenes urbanitas florecida en los años noventa pasados.
En algunas ocasiones, la lectura de El señor Jean recuerda a Friends, la televisiva sitcom coetánea, exactamente igual que ocurre al leer Malas Ventas, coetánea también. Sin embargo, y no solo por las risas enlatadas, Friends se queda corta ante el alcance de los cómics de Dupuy-Berberian y de Robinson, y no sé si viéndola hoy se nos antojaría como ciertamente boba.
(Nada boba, en cambio, resulta la serie de historietas La vida secreta de los jóvenes, iniciada por Riad Sattouff en 2004. Tampoco tiene nada que ver esta serie de Sattouf con los bobos. Sin embargo...)
Lo mismo que sucede con Malas ventas, más allá del costumbrismo, El señor Jean puede ser leída hoy como una genuina novela gráfica.
A estas alturas, el conjunto de Monsieur Jean se nos presenta como un manifiesto bobo (o bobó, contracción de bourgeois bohème) aunque tierno, sin acritud. Avant la lettre. Posteriormente, los mismos autores, Dupuy y Berberian, publicaron en dos tomos Bienvenue à BoBoLand (2008, 2009), una serie de historietas esta vez sí, ácidas -pero no desesperadas- acerca del singular Lebenswelt o mundo de la vida que caracteriza el postcapitalismo hiperconsumista en que nos desenvolvemos, sin duda no todos, pero sí ese sector sociológico integrado por los bobos urbanos.
En realidad, El señor Jean se encuentra un poco en la línea de Malas ventas (Box Office Poison), la serie de Alex Robinson publicada entre 1996 y 2001 [aquí] y recogida ese año en un solo volumen de más de 600 páginas (los ocho álbumes de Monsieur Jean, sin extras, suman cerca de 500 páginas). Uno en versión francesa, otro en versión neoyorquina, ambos títulos exponen los avatares de una generación de jóvenes urbanitas florecida en los años noventa pasados.
En algunas ocasiones, la lectura de El señor Jean recuerda a Friends, la televisiva sitcom coetánea, exactamente igual que ocurre al leer Malas Ventas, coetánea también. Sin embargo, y no solo por las risas enlatadas, Friends se queda corta ante el alcance de los cómics de Dupuy-Berberian y de Robinson, y no sé si viéndola hoy se nos antojaría como ciertamente boba.
(Nada boba, en cambio, resulta la serie de historietas La vida secreta de los jóvenes, iniciada por Riad Sattouff en 2004. Tampoco tiene nada que ver esta serie de Sattouf con los bobos. Sin embargo...)
Lo mismo que sucede con Malas ventas, más allá del costumbrismo, El señor Jean puede ser leída hoy como una genuina novela gráfica.
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