Salud y tebeos

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Mantened los ojos bien abiertos.
(Winsor McCay)

miércoles, 10 de noviembre de 2021

'Nada' y el tirón existencialista

El caso es que la novela Nada, de Carmen Laforet, se publicó en plena era existencialista, un periodo descrito en términos filosóficos y literarios (aunque también de café), en su versión francesa, por Jean-Paul Sartre y Albert Camus. En efecto, mientras que Sartre publicó La Náusea en 1938 o El ser y la nada en 1943, y Camus El extranjero en 1942 o El mito de Sísifo en el mismo año, la novela Nada, de Laforet, es de 1944. 

El existencialismo no fue, o no fue tan solo, una movida académica, dado que su vórtice se encontraba en las calles, en los tranvías, entre la gente común. Por decirlo un poco a la manera sartreana, se entendía entonces que ante la plenitud del ser se encontraba la nada de la existencia. Pero hay que ver cómo han cambiado las tornas. Hoy diríamos mejor que ante la plenitud de la existencia se encuentra la nada del ser. Y de hecho las artes narrativas, manifiestamente a través de la novela, el cine o el cómic, se llevan muy bien con el existencialismo (el propio R. Crumb adaptó en historieta un pasaje de La náusea). Por ejemplo, Edgar Neville estrenó en 1947 una versión cinematográfica (mutilada por la censura) de Nada, la novela en prosa de Carmen Laforet. Por mi parte, yo leí ese libro cuando tenía menos años que la edad media de la juventud actual, y hora he disfrutado de nuevo con Nada, la novela gráfica de Caludio Stassi basada en el relato de la escritora barcelonesa. 


Admitiremos que, en perfecta sintonía con aquella Barcelona de la postguerra española y con su miseria moral, hay tan poca luz en la puesta en página del tebeo de Stassi como en la casa de la calle de Aribau en que transcurre buena parte de la historia. Sin embargo, el desglose de la novela que realiza el autor es tan deslumbrante que consigue transmitirnos la riqueza vital sobre todo de Andrea, la protagonista, pero también del resto del elenco femenino que la rodea. Stassi nos muestra en cómic una 'novela de aprendizaje' (Bildungsroman) que, en lenguaje gráfico, resalta magníficamente este aspecto de la novela de Laforet. Es la plenitud de la existencia frente a la nada del ser. El tirón existencialista, ya digo, genera muy buenas historias. 

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