Ramón Boldú nunca defrauda. Y en realidad, nunca ha dejado de cabalgar. Ahora nos propone un nuevo título: Perdidos por el más allá, anunciado por él mismo como una tetralogía, de la que acaba de publicar el volumen 1: El nacimiento de la superheroína. Humor y maestría narrativa y visual a raudales, como siempre sucede en los cómics del autor lleidatà (o leridano). De momento, dado que aún le queda recorrido a esta historieta fantástica, me limitaré en esta entrada a destacar del primer volumen un par de cosillas interesantes, de entre las muchas que hay.
1) El homenaje que Boldú rinde a ciertos dibujantes, con los que evidentemente empatiza, a lo largo de la primera parte del capítulo 6 de El nacimiento de la superheroína. Ahí están representados como fondos de viñeta caricaturistas como Ivà, Coll, Gotlib, Copi, Pazienza, Muntañola, Wolinski, Blanco, Margerin, Prohías, Kamagurka & Seele... Es toda una celebración del hermanamiento entre el humor gráfico y la historieta, una compenetración compartida por Boldú y sus homenajeados.
2) La reflexión que, así como de pasada, introduce Boldú en una viñeta en la que, a propósito del pintor Edvard Munch, contrapone lo "anticuado y viejo" con lo "moderno y frívolo". Y lo hace precisamente a partir de que tanto el pintor noruego como nuestro historietista cultivan la autoexpresión. Solo que en los cuadros del primero se vislumbra el mundo interior de Munch, mientras que en las historietas autobiográficas del segundo lo que se evidencia es la vida exterior de Boldú. Frente a la introspección o mirada interior de uno, la extroversión y mirada exterior del otro. Además, se presenta el dilema como siendo una muestra de lo anticuado frente a lo moderno, equiparable también por Boldú a la oposición entre lo viejo y lo frívolo. Esta última confrontación, por cierto ―entre lo viejo y lo frívolo―, da cuenta de la ironía, socarrona en ocasiones, del historietista.
Pero los tebeos de Boldú no son historieta behaviorista o conductista en sentido estricto. El género autobiográfico implica el uso más o menos extendido de la primera persona, presente aquí en los cartuchos o cartelas que tiran de la narración. De igual modo, Boldú hace un uso ocasional (y muy acertado) de los globos de pensamiento, generalmente como expresión humorística. Ambos usos evidencian de nuevo la ironía en ocasiones socarrona de Boldú, en perfecta sintonía con los dibujantes e historietistas que él mismo representa en El nacimiento de la superheroína.
(Continuará)
2) La reflexión que, así como de pasada, introduce Boldú en una viñeta en la que, a propósito del pintor Edvard Munch, contrapone lo "anticuado y viejo" con lo "moderno y frívolo". Y lo hace precisamente a partir de que tanto el pintor noruego como nuestro historietista cultivan la autoexpresión. Solo que en los cuadros del primero se vislumbra el mundo interior de Munch, mientras que en las historietas autobiográficas del segundo lo que se evidencia es la vida exterior de Boldú. Frente a la introspección o mirada interior de uno, la extroversión y mirada exterior del otro. Además, se presenta el dilema como siendo una muestra de lo anticuado frente a lo moderno, equiparable también por Boldú a la oposición entre lo viejo y lo frívolo. Esta última confrontación, por cierto ―entre lo viejo y lo frívolo―, da cuenta de la ironía, socarrona en ocasiones, del historietista.
Pero los tebeos de Boldú no son historieta behaviorista o conductista en sentido estricto. El género autobiográfico implica el uso más o menos extendido de la primera persona, presente aquí en los cartuchos o cartelas que tiran de la narración. De igual modo, Boldú hace un uso ocasional (y muy acertado) de los globos de pensamiento, generalmente como expresión humorística. Ambos usos evidencian de nuevo la ironía en ocasiones socarrona de Boldú, en perfecta sintonía con los dibujantes e historietistas que él mismo representa en El nacimiento de la superheroína.
(Continuará)
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