Leí antes a Gilbert. Me impactó tanto, que su efecto se interpuso después cuando accedí a Jaime. Dicho en breve, pasé a formar parte de los que preferían a Beto frente a Xaime entre los hermanos Hernandez (desconozco el trabajo de Mario).
Mi impresión se vio reforzada al encontrarme con estas palabras de Robert Crumb (extraídas de la amplia entrevista realizada al dibujante por Gary Groth y publicada en The Comics Journal, núm. 121, en abril de 1988):
"Una de las cosas que más me han gustado últimamente es Sopa de gran pena, de Gilbert Hernandez. Me parecen cómics muy ricos. Me gustan más que los trabajos de Jaime."
A continuación, Crumb explica su preferencia en términos de "lo real", más presente según su opinión en la obra de Gilbert que en la de Jaime. (En las páginas 146-147 del libro R. Crumb. Entrevistas y cómics, publicado en 2014 por Gallo Nero Ediciones, se encuentran las opiniones de Crumb al respecto.)
Más allá de la fecha de las palabras de Crumb, cuando aún no se había desplegado por completo el trabajo de Beto y de Jaime Hernandez, comenzar a conocerlos con Sopa de gran pena, como a mí me ocurrió, es algo que impresiona de tal modo al lector que no es extraño decantarse por Gilbert en detrimento de Xaime, Puede ser que el "efecto realidad" trasparezca en primera instancia, si se quiere, mejor en la obra temprana de Beto que en la misma de Jaime. Pero hay más variables en juego. Y el motivo de la realidad en el arte es siempre un asunto complejo.
Sin embargo, tras la última obra de Jaime Hernandez, Chapuzas de amor (2015), me he replanteado mi preferencia por Beto. Chapuzas me ha metido de nuevo en el universo de Locas y me ha llevado a releer todo el trabajo anterior de Jaime sobre ese universo. Una relectura gozosa. Pues he descubierto a un autor tan impresionante como su hermano. Y digo 'tan' porque creo, ahora ya, que no es cuestión de debatir acerca de cuál de los dos es mejor. Gilbert (Beto) Hernandez y Jaime (Xaime) Hernandez son dos enormes autores. Quizás el hecho de que sean hermanos, unido a la cercanía de fechas entre sus edades convierte en inevitable la comparación. Quizás, pese a esa cercanía (Beto nació en 1957, Jaime en 1959), pueda haber una distancia generacional entre ambos, la que media entre "lo progre" y "lo punk". Quizás, en fin, esa misma cercanía no solo de fechas, sino también el entorno común -mexicano en los Estados- que los dos representan en sus cómics, cada uno a su modo, dificulta la adecuada percepción de la singularidad respectiva de ambos. (En el límite, quien tenga hermanos cercanos sabrá lo que digo).
De manera que el asunto de las preferencias entre los Hernandez se queda, creo yo, a la altura de otras preferencias como las que puedan establecerse entre Borges y Cortázar, por poner un ejemplo. O entre Hammett y Chandler. O incluso, si me apuran, entre Moebius y Pratt. La cosa va por días, por momentos tal vez. Lo que es innegable es que entre los grandes las comparaciones están de más.
Obviamente, este post solo contiene una declaración personal. Hasta ahora no le he dedicado entradas a Jaime Hernandez en el blog. Por efecto de Chapuzas de amor he constatado cómo crece la obra de este autor ante las relecturas. Creo que Xaime ha ido creando una gran novela gráfica por episodios, cercana a las mil páginas. Supongo que iré dando cuenta aquí de algunas de mis impresiones ante esta magnífica novela cuyo título acaso, si aceptamos que el de Locas es el de una parte de ese todo, resulta aún impreciso.
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