En este blog han ido saliendo diversas ciudades vinculadas a cómics: Turín, Barcelona, Sunderland, Berlín, Cleveland, Nueva York ... por no hablar del New York de Esiner o del París de Tardi... Ciudades, en estos casos, que no son un mero escenario de acciones, sino que apuntan geografías instaladas en el imaginario común, en el cual lo real no es más real que lo aludido por símbolos.
El extremo de esta consideración de la ciudad, llevada a ser alegoría de la existencia, lo encontramos en La ciudad, de Frans Masereel: una novela muda pletórica de imágenes en blanco y negro tan puros que alumbran el entramado urbano de la vida moderna.
Y acaso en la línea de Masereel se encuentra El Sistema, de Peter Kuper (n. 1958).
Por más que sea inevitable recordar La ciudad de Masereel al recorrer El Sistema de Kuper (me refiero, obviamente, al lector que conoce ambos títulos), cada obra significa por sí misma a pesar de las influencias. Incluso en el caso de narraciones basadas en una misma historia o en el mismo tópico (la batalla de Las Termópilas, el tema del traidor y del héroe, p. e.), la originalidad de cada una se desprende de las variaciones formales y expresivas con que los respectivos autores ordenan sus materiales y confeccionan su obra. La originalidad, así, no es tanto hacer o decir lo que nadie ha hecho o dicho, sino hacer o decir con estilo propio. Originalidad como autenticidad.
Pero bueno, tampoco El Sistema de Kuper es una mera revisitación de La ciudad de Masereel. Ambas son novelas sin palabras, en efecto; ambas ofrecen un puzle urbano; la focalización elegida por los dos autores pudiera ser la misma... Sin embargo, son notables las diferencias no solo formales y técnicas entre ambas obras. Masereel trabaja con xilografías, cada página de La ciudad es una plancha en blanco y negro que forma un solo cuadro (muchas veces enriquecido con diferentes encuadres). Peter Kuper, por su parte, emplea la técnica del esténcil o estarcido para configurar unas páginas con viñetas en color y muchas de ellas a sangre.
Esta es en mi opinión la diferencia específica de El Sistema de Kuper rerspecto a La ciudad de Masereel: la narración secuencial a través de viñetas. En primera instancia y en sentido lineal hay un relato, un conjunto de relatos más bien en la obra de Kuper. El autor nos cuenta mediante viñetas sin palabras diferentes historias. Y entrelaza unas con otras a través del recurso del encadenado.
Este recurso de realizar en El Sistema transiciones entre viñetas siguiendo la técnica del encadenado le vale a Kuper para entrelazar sus relatos y de paso mostrar eso, un sistema que trasciende la linealidad de las historias narradas.
La alegoría de El Sistema se impone como resultado. En su vertiente política, Kuper nos muestra un sistema engrasado por la corrupción, el contrabando, el fanatismo religioso, el crimen. En sentido más filosófico, nos sugiere que somos ciudadanos encadenados, acaso como los prisioneros de la caverna de Platón o del Sistema de Hegel.
La trayectoria de Peter Kuper, en la que se combinan el cómic y la caricatura con el activismo político, avala esta lectura de El Sistema. La revista World War 3 Illustrated, cofundada por él, es un paradigma al respecto.
Por más que sea inevitable recordar La ciudad de Masereel al recorrer El Sistema de Kuper (me refiero, obviamente, al lector que conoce ambos títulos), cada obra significa por sí misma a pesar de las influencias. Incluso en el caso de narraciones basadas en una misma historia o en el mismo tópico (la batalla de Las Termópilas, el tema del traidor y del héroe, p. e.), la originalidad de cada una se desprende de las variaciones formales y expresivas con que los respectivos autores ordenan sus materiales y confeccionan su obra. La originalidad, así, no es tanto hacer o decir lo que nadie ha hecho o dicho, sino hacer o decir con estilo propio. Originalidad como autenticidad.
Pero bueno, tampoco El Sistema de Kuper es una mera revisitación de La ciudad de Masereel. Ambas son novelas sin palabras, en efecto; ambas ofrecen un puzle urbano; la focalización elegida por los dos autores pudiera ser la misma... Sin embargo, son notables las diferencias no solo formales y técnicas entre ambas obras. Masereel trabaja con xilografías, cada página de La ciudad es una plancha en blanco y negro que forma un solo cuadro (muchas veces enriquecido con diferentes encuadres). Peter Kuper, por su parte, emplea la técnica del esténcil o estarcido para configurar unas páginas con viñetas en color y muchas de ellas a sangre.
Esta es en mi opinión la diferencia específica de El Sistema de Kuper rerspecto a La ciudad de Masereel: la narración secuencial a través de viñetas. En primera instancia y en sentido lineal hay un relato, un conjunto de relatos más bien en la obra de Kuper. El autor nos cuenta mediante viñetas sin palabras diferentes historias. Y entrelaza unas con otras a través del recurso del encadenado.
Este recurso de realizar en El Sistema transiciones entre viñetas siguiendo la técnica del encadenado le vale a Kuper para entrelazar sus relatos y de paso mostrar eso, un sistema que trasciende la linealidad de las historias narradas.
La alegoría de El Sistema se impone como resultado. En su vertiente política, Kuper nos muestra un sistema engrasado por la corrupción, el contrabando, el fanatismo religioso, el crimen. En sentido más filosófico, nos sugiere que somos ciudadanos encadenados, acaso como los prisioneros de la caverna de Platón o del Sistema de Hegel.
George Grosz, Metropolis, 1916-1917 |
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