Antes de Dublinés, que ha supuesto el Premio Nacional
de este año para Alfonso Zapico, este joven autor (n. 1981) publicó Café
Budapest (2008).
De alguna manera, la juventud de Zapico se refleja tanto en
el planteamiento como en la resolución de Café Budapest. Pero esto no
significa que estemos ante una obra ingenua o asaz inmadura.
Hace falta cierta valentía para escribir una historia que
transcurre mayormente en el Jerusalem de 1947. El Holocausto era reciente y por
decisión mayoritaria de Naciones Unidas se produjo el "reparto" de
los territorios palestinos, con el bienintencionado propósito de otorgar a
Israel un Estado propio. Por aquel entonces, aquellos territorios estaban
controlados por las fuerzas del Reino Unido. En Jerusalén convivían católicos,
ortodoxos, judíos y musulmanes en relativa paz y armonía. La creación del nuevo
Estado de Israel dentro del mismo territorio se reveló de inmediato como una
suerte de caramelo envenenado. Las fricciones entre unos y otros fueron a más hasta
el punto de que en 1948 el ejército "inglés" abandonó aquella zona,
librando a su suerte a los habitantes de Palestina enfrentados según las
distintas confesiones respectivas. Un auténtico polvorín que perdura hasta
nuestros días.
Con este enmarañado trasfondo, Alfonso Zapico escribe y
dibuja una historia de relaciones familiares, amigables y sinceras. Describe así
un momento fugaz que plantea una convivencia posible entre distintos humanos,
una convivencia basada en la simpatía compartida antes que en otras instancias
religiosas o políticas. Es algo así como el buen vivir espontáneo a la sombra
de un café acogedor. Y animado por la música de un violín tocado por un joven
protagonista.
Café Budapest es la segunda obra importante de un
sorprendente autor asturiano que seguramente dará que hablar en el mundo del
cómic, el tebeo, la historieta.
Antonio Altarriba (n. 1952) es catedrático de literatura
francesa en la universidad del País Vasco. Sin embargo, es más conocido por su
faceta de escritor de novelas, crítico y guionista de tebeos.
Kim (Joaquim Aubert Puigarnau, n. 1941) es un dibujante de
historietas, cuya creación más popular es el personaje Martínez el Facha,
habitual en la revista El Jueves desde 1977 hasta el presente.
Ambos recibieron en 2010 el "Premio Nacional de Cómic
de España" que otorga el Ministerio de Cultura. El motivo de este premio
fue la novela gráfica El arte de volar, con guion de Altarriba dibujado
por Kim.
Esta obra ha sido considerada una de las cumbres de la
historieta realizada en España.
El arte de volar es ante todo una novela gráfica. En cuanto
novela, predomina en ella la narración: es la historia de una vida en el
contexto de la España del siglo XX. En cuanto gráfica, es una sucesión de
imágenes cargadas de mordacidad realista y un tanto caricaturesca. De hecho,
El arte de volar se inscribe en esa tradición tan española del realismo
agrio y acaso agrario, en el cual la realidad deviene símbolo de corte onírico.
Es también, obviamente, una novela política. No puede dejar
de serlo, en la medida en que contar una vida en la España del siglo XX supone
unos escenarios marcados: el final de una monarquía instalada en un país de
miseria y caciques, el advenimiento de la esperanzada II República, el golpe de
Estado fascista y la consecuente Guerra Civil, el combate de los milicianos
anarquistas, el exilio de los republicanos y la segunda guerra mundial, la
autarquía triste y sórdida del franquismo, la denominada transición a la
democracia...
Estos no son escenarios huecos o vacíos. En ellos se
desarrollaron a la vez que se frustraron muchísimas vidas. Una de ellas fue la
de Antonio Altarriba López, el padre del escritor de la novela que comentamos.
Una vida, común y propia a la vez, que sirve de paradigma de tantos héroes
anónimos y silenciados por las circunstancias aquellas.
Probablemente, el maltés de origen Joe Sacco (n. 1960) es el
mejor exponente de lo que hoy en día podemos entender como síntesis de cómic y
periodismo.
Su libro Reportajes es lo que el título indica. Son
seis reportajes, publicados en distintos medios periodísticos y en diferentes
años, en los que se combinan el relato y las viñetas de un modo efectivo.
Los lugares elegidos por Sacco para realizar su trabajo de
reportero son Palestina, Malta (respecto a la inmigración africana), India (en
torno a la casta de los intocables), Irak, el Cáucaso (la situación de las
mujeres en el conflicto checheno) y La Haya (el Tribunal Penal Internacional
para la ex Yugoslavia).
Se trata de escenarios conflictivos en los que Sacco evita
la equidistancia para dar voz a los sin voz. Más que tratar de inquirir en las
causas de los conflictos, el autor se representa a sí mismo haciendo preguntas
y consultando a una de las partes, normalmente la de los desfavorecidos.
Si se me permite un burdo juego de palabras, diré que Joe
Sacco da por saco.
Consciente de que el formato historieta o tebeo puede ser
más atractivo que las desgastadas imágenes clónicas de la televisión o que los
encorsetados y abstractos artículos escritos, Sacco muestra a los lectores una
cruda realidad a menudo invisibilizada, aunque no invisible. Y es una realidad
que molestará a más de uno.
A la hora de realizar su tarea, un dibujante de cómic -un
dibujante a secas- ha de tomar más decisiones prácticas que un escritor o un
fotógrafo. Hay menos implicación, por así decir, del autor en su obra cuando
escribe o fotografía que cuando dibuja. El asunto es que este hecho trae
consigo el problema de la subjetividad asociada al periodismo en viñetas, lo
cual no deja de ser un aspecto parcial del problema más general concerniente a
la validez del periodismo realizado a través de cómics.
A modo de prefacio para su libro Reportajes, Joe
Sacco escribe un texto titulado "¿Un manifiesto?". En él plantea
ambos problemas, el de la validez y el de la subjetividad del periodismo en
tebeo.
El problema de la validez se descarta por sí solo. Es más,
yo añadiría que esta forma de ejercer la profesión de contar lo que sucede
supone una revitalización del propio periodismo. El reportero de cómic dibuja
una realidad que percibe por él, no a través de agencias de noticias o de
gabinetes de prensa. Eso sí, siempre que su trabajo esté presidido por la
veracidad.
En cierto sentido, esta forma de ejercer el periodismo me
recuerda a los artistas que repentizan en una acuarela una escena tomada en
directo de una corrida de toros. Y también me recuerda a los dibujantes que
abocetan o incluso detallan una escena en los tribunales de justicia. La
veracidad, en todo caso, se les supone.
En cuanto a lo segundo, el problema de la subjetividad
presente en el periodismo en general y en la prensa dibujada en particular deja
de ser eso, un problema, si se entiende que lo que importa en el informe o
relato es ante todo la veracidad o sinceridad del reportero. Por decirlo de
otro modo, la subjetividad es inherente a la actividad periodística y
narrativa, y más aún en el caso de emplear el dibujo como medio de expresión,
según vimos arriba.
En este respecto, Joe Sacco cita en su ¿Un Manifiesto? una
frase del célebre periodista estadounidense Edward R. Murrow (conocido entre
nosotros por ser el protagonista de la película de 2005 Good Night and Good
Luck, dirigida por George Clooney):
"Todos somos prisioneros de nuestras propias
experiencias. No podemos eliminar los prejuicios, pero sí
reconocerlos."
O también, como afirma Joe Sacco en otro sitio, el asunto se
reduce a lo siguiente: "Puede que no sea objetivo, pero intento ser
honesto".
El proceso de adquisición de la mayoría de edad del noveno
arte fue simultáneo a una evolución en la mirada de sus artífices: dibujantes y
guionistas o ambas cosas en uno.
De un modo natural, esta mirada se fue concretando en una
progresiva fijación en la realidad. Los héroes y superhéroes planos y el maniqueísmo
del bien y del mal de los inicios fueron sustituidos por un acercamiento
realista a unas situaciones en las que ya no hay buenos ni malos de un modo
absoluto, ya que todos en última instancia somos varias cosas a la vez.
Junto a la línea subjetivista del ojo privado que revela una
personalidad a través de historias más o menos íntimas, aunque con proyección
universalizada, irrumpió en el mundo del cómic otra línea más comprometida con
los acontecimientos históricos y sociales, particularmente conflictivos. El ojo
público, es decir, el enfoque periodístico, aportó una nueva mirada y, sin
dejar de lado el subjetivismo inherente a toda re-creación humana, dio pie a un
nuevo desarrollo en el terreno de la historieta.
Me estoy refiriendo al nuevo periodismo gráfico o, más
concretamente, al empleo del cómic como una nueva forma de periodismo.
A grandes rasgos, entonces, según vamos viendo, diferentes tendencias contribuyeron a que el cómic dejara
de ser "una cosa de chicos" y adquiriera su definitiva mayoría de
edad.
Todo ello tuvo lugar a finales de los cincuenta y en la
década de los sesenta pasados, cuando tantas novedades incidieron en la
realidad.
En América, el tebeo underground (Crumb, Green) introdujo
las libertades temática y narrativa junto con el elemento autobiográfico. El
Will Eisner que surgió a partir de Contrato con Dios recogió esta
influencia.
En Europa, por su parte, el proceso fue, por así decir, más literario. Lo veremos.
La historieta de Oesterheld dio a la aventura un significado
humanista, moral, existencialista. En
ese sentido, renovó la literatura ilustrada de género. Corto Maltés y Frank
Cappa representan un nuevo tipo de héroe surgido de esa renovación.
En el cómic español de la década de los ochenta pasados no
todo fue postmodernidad y grafismo vanguardista.
A Manfred Sommer (1933-2007) le debemos la creción del
personaje Frank Cappa y su magnífica serie de relatos dibujados.
Frank Cappa, el personaje creado por Manfred Sommer, es un
reportero de guerra. Una amiga suya lo define en una viñeta como una mezcla de
Robert Redford y Charlton Heston. Se lo puede encontrar en conflictos bélicos
en África, en Vietnam, en Nicaragua, en Afganistán. O en ambientes exóticos de
Brasil. Incluso en Utopía, un pueblo canadiense fronterizo con EEUU, donde pasó
su infancia y adolescencia.
Las historias de Frank Cappa pertenecen al género de
aventuras. Sin embargo, a pesar de que la mayoría transcurran en escenarios de
guerra, no se trata de una recreación de las viejas Hazañas Bélicas. Más bien
al contrario.
Manfred Sommer (nacido en San Sebastián de padre alemán y
madre andaluza, criado y educado en Barcelona y fallecido en Cartagena)
perteneció, igual que su amigo Carlos Giménez, a esa generación de niños de la
guerra comprometida acaso más existencial que políticamente. Y como enunció
Jean Paul Sartre, el existencialismo es un humanismo. Hay por tanto humanismo a
raudales en las historias protagonizadas por Cappa escritas y dibujadas por
Sommer.
Este humanismo se refleja no solo en los planteamientos y
desenlaces de los argumentos, sino también en el enfoque de los cuadros, el
realismo de las viñetas, el trazado de los personajes; en definitiva, en la
mirada de Manfred Sommer.
Una mirada renovadora, contemporánea, expresada a través de
un depurado clasicismo formal. Así es la propuesta de Sommer y de su gran
creación, el reportero Frank Cappa.
Y bueno, pasando por H. G. Oesterheld llegamos a Hugo Pratt,
el creador del emblemático Corto Maltese.
La primera aventura del intrépido marinero apareció en 1967
en el nº 1 de la revista italiana Sgt. Kirk.
Previamente, Hugo Pratt -nacido en Rimini aunque veneciano
por decisión- había vivido unos trece años en Buenos Aires (entre 1949 y 1962).
Allí trabajó para diferentes editoriales y se relacionó con un puñado de
artistas e ilustradores argentinos. De todos ellos, el que más influyó en Pratt
fue Oesterheld. De hecho, Hugo Pratt colaboró con Oesterheld en tres series de
historietas que han pasado a su vez a la historia. Los tres títulos son:
Sargento Kirk (1952),
Ticonderoga (1957-1958)
y Ernie
Pike (1957-1959),
Oesterheld es a veces considerado como el primer guionista
puro de cómics. No sé si será cierto. El caso es que en su fructífera relación,
Pratt dibujaba y Oesterheld guionizaba, si bien la relación entre ellos no fue tan sencilla.
Hay una cofradía invisible y creciente de lectores encandilados
con El Eternauta.
No es para menos.
11.10.2012
El Eternauta es un cómic argentino de finales de la
década de los cincuenta pasados, cuando predominaban los tebeos de aventuras
por entregas en cuadernillos coleccionables con formato apaisado.
El guion es de Héctor Germán Oesterheld (1919-1978?) y los dibujos
de Francisco Solano López (1928-2011).
El interrogante en la fecha de muerte de Oesterheld indica
un hecho brutal. Fue uno de los miles de desaparecidos durante la dictadura que
entre 1976 y 1983 atemorizó a los argentinos bajo el nombre de Proceso de
Reorganización Nacional. En 1977 Oesterheld fue secuestrado por los militares
-cuando sus cuatro hijas habían sido ya desaparecidas- y supuestamente lo
asesinaron en 1978.
Este dato es muy significativo, pues aporta a la historia de
El Eternauta lecturas que enriquecen su valor ya de por sí singular.
Dejo una foto de Oesterheld con su mujer y sus cuatro hijas
que desaparecieron en la dictadura además de él.
12.10.2012
El Eternauta comenzó a publicarse el 4 de septiembre
de 1957 como suplemento semanal de la revista Hora Cero. Ese día, el 4
de septiembre, fue elegido en 2010 por el Senado argentino como "día de la
historieta". Esto indica la trascendencia que tiene El Eternauta en la
intrahistoria de los ciudadanos argentinos.
En 1969 se publicó una nueva versión de El Eternauta. El
guion seguía siendo de H. G. Oesterheld, pero ahora las ilustraciones las
aportó Alberto Breccia.
Después, en 1976, Oesterheld y el dibujante Solano se
unieron de nuevo para componer El Eternauta. Segunda parte.
El caso es que entre la primera versión de El Eternauta y la
posterior de 1969 más la continuación de la historia en 1976 habían sucedido no
pocos acontecimientos que modificaron la realidad contemporánea. Y en ese
periodo se había producido también la declarada politización de Oesterheld y su
afiliación al partido de Los Montoneros.
Todo ello sirve para explicar los cambios que se perciben en
el tono de la historia y en algunos detalles de estos dos trabajos posteriores
de Oesterheld. Y sirve también para que se puedan hacer sublecturas políticas
ya en la primera versión de El Eternauta.
De hecho, hay una frase de Oesterheld que se cita a menudo y
que encabeza varias ediciones actuales de El Eternauta:
...el único héroe válido es el héroe "en
grupo", nunca el héroe individual, el héroe solo.
Y en efecto, no hay un héroe individual que destaque en El
Eternauta. El héroe es el grupo de supervivientes.
Pero aunque la política pueda subyacer a todo texto y por
tanto también a la primera versión de El Eternauta, esta obra contiene una
posibilidad de lecturas que van más allá de la estricta política entendida como
manifestación de las correlaciones de fuerzas dentro de una nación y de las
diferentes naciones entre sí.
15.10.2012
Este video es un pequeño documental sobre H. G. Oesterheld y
El Eternauta. Interviene su esposa, auténtica superviviente de una experiencia
personal de tragedia griega. Contiene información sobre lo que supuso
Oesterheld en historia del cómic no solamente argentino.
16.10.2012
También es factible una lectura de El Eternauta en
clave analítica.
La historia revela una pesadilla total. Recoge los
fantasmas, las angustias, ansiedades y delirios de una clase media atemorizada
por las incertidumbres. La guerra fría, la crisis económica, las alteraciones
medioambientales, el universo desconocido, la imprevisión del futuro de los
hijos, la falta de un sentido claro y definido en la vida individual y
colectiva... Todo ello subyace en la primera parte de El Eternauta (la segunda
está más claramente definida por un carácter mesiánico y redentor).
Los fantasmas de esa clase media que es el sujeto de esta
historia adoptan formas muy singulares. Son los cascarudos, los manos, los
hombres-robot, los gurbos. Y por encima de todos están los ellos. Son los que
controlan la invasión y a los que los demás fantasmas obedecen. Vienen a ser
algo así como el mal absoluto.
Lo más interesante es que los ellos no aparecen
representados, no tienen una forma definida. Su presencia es inferida, pero no
manifiesta. Esta es una de las claves del éxito de los mejores relatos de
terror. El mal se presiente, se intuye, pero no tiene figura reconocible
(Lovecraft, p. e.).
Al denominarlos así, "los ellos", Oesterheld -no sé
si a propósito o por casualidad- recogió un término freudiano de primer orden,
pues la existencia del "ello" es el fundamento del psicoanálisis. El
ello, el id, no se conoce por sí, sino a través de sus manifestaciones.
Es el inconsciente. Y como Freud enunció, los sueños son la vía privilegiada de
acceso al inconsciente.
Y como venimos diciendo, Oesterheld y Solano plasmaron en
El Eternauta una fantasía onírica de pesadilla, en la cual se revela
algo así como el inconsciente colectivo de una clase media atemorizada. Los
ellos serían una evocación. La del inconsciente incontrolado que asusta.
Mas también hay goce en los sueños. Aunque sea un goce
trágico, como el que late en la lectura de El Eternauta.
Es más que probable que El Eternauta sea causa y efecto a la
vez del interés de los argentinos por el psicoanálisis. Aunque esto último que
digo es una generalización especulativa.
Por cierto, hablando de Alison Bechdel, es muy interesante
la proyección que está teniendo el denominado Test de Bechdel.
Se trata de una especie de examen que aplicándose
inicialmente a películas, pero extendiéndose también a cómics y acaso a otros
productos culturales como obras de teatro, sirve para determinar el grado en
que el discurso femenino está ausente en la mayoría de tales productos. Dicho de otro
modo, el test de Bechdel muestra cómo el discurso masculino es el que impera en
nuestra cultura.
En la tira cómica de Alison Bechdel "The Rule", de
1985, uno de los personajes dice que ella únicamente acepta ver una película si
cumple con los siguientes requisitos:
1.- En la película salen al menos dos personajes femeninos.
2.- Dichos personajes deben hablarse la una a la otra en
algún momento.
3.- Sobre algo que no sea un hombre (no limitado a
relaciones románticas, por ejemplo dos hermanas hablando de su padre no pasa el
test).
Una variante del test exige que, además, las dos mujeres
sean personajes con nombre.
La wiki concluye que estas tres simples reglas, si se
aplicasen a la inversa, es decir, a los hombres, darían como resultado que la
práctica totalidad de las películas estrenadas cumplen el requisito para los
hombres; por el contrario, si se aplica según su diseño original, resulta
sorprendente la cantidad de películas que no pasan el test.
Pero la cosa puede ir más allá de la valoración del discurso de los
cómics, las películas y tal. Al comentarle el Test de Bechdel o "The
Rule" a una muy buena amiga, me confesó que es que ni siquiera en la vida
real casi nunca se pasa ese test. En las conversaciones entre amigas, me decía,
aparecen a menudo -por no decir casi siempre- los maridos, novios,
pretendientes, hijos, padres, etc., como temas de la conversación. Entraríamos
con ello en un ámbito que excede este hilo. Aunque queda clara la potencialidad
de los cómics para suscitar debates e incidir en la vida real.
Tras el best seller Fun home (2006), en el que Alison
Bechdel indaga en torno a su relación con la figura paterna, ahora en ¿Eres
mi madre? (2012) el objeto de indagación de la misma autora es su relación
con la figura materna.
Si el subtítulo de Fun home es "Una família
tragicómica", el de ¿Eres mi madre? viene a ser "Un drama
cómico". Sin embargo, no termino yo de ver a qué se refiere tanto énfasis
en la palabra "comedia", como no sea una tenue referencia a lo que
significa esta palabra por ejemplo en Dante, que tituló así su gran obra, Comedia, en el sentido de que acaba bien, nada menos que en el Paraíso.
Aunque, por supuesto, los libros de Bechdel no acaban de un modo tan sublime.
Tal vez el reclamo de la palabra "comedia"
sugerido en los subtítulos de ambos libros se debe al hecho de que Alison
Bechdel es conocida en su país gracias a
unas tiras cómicas -en los dos sentidos de esta palabra- publicadas un
distintos periódicos, recogidas bajo el título Unas bollos de cuidado (Dykes to Watch Out For) y protagonizadas por unas amigas lesbianas
desenfadadas.
Desde luego, el ambiente, las historias y el tono de Fun
home y de ¿Eres mi madre? pueden recordar en ocasiones algunas de
las comedias de Woody Allen. Sin embargo, a mí no me parece que Alison Bechdel
suponga un trasunto en versión cómic de las comedias del cineasta neoyorquino.
¿Eres mi madre? es una novela psicoanalítica. Está concebida, proyectada, dibujada y narrada según los parámetros del psicoanálisis.
Hay también en ella una a manera de advocación constante a la escritora Virginia Woolf, ya desde el lema que encabeza esta novela:
"No hay nada que sea sencillamente una cosa".
También aparecen Winnicott, Freud, Lacan, Alice Miller...
Es decir, el halo culturalista que detectábamos al leer
Fun home se convierte aquí ya abiertamente en un modus operandi de Alison Bechdel. Apostar por escribir y publicar un cómic de estas
características revela un cierto atrevimiento creativo y editorial. No
obstante, el éxito de la novela gráfica anterior de Bechdel ha motivado el que
por primera vez se editen 100.000 ejemplares de un cómic en nuestro idioma.
Aquí no lo sé, pero casi seguro que en Argentina, Uruguay y otros lugares de
habla hispana esta novela puede llegar a ser un éxito. Por aquello de la
afición al psicoanálisis, ya saben.
El hilo conductor de ¿Eres mi madre? es la obra del
pediatra y analista inglés Donald Winnicott (1896-1971). De hecho, el título de
cada capítulo de la novela está tomado de algún concepto o motivo teórico de
Winnicott. Este psicoanalista estudió a fondo la relación del bebé con la madre
y elaboró un corpus teórico que sirve de marco y de guía a la indagación de
Alison Bechdel sobre ella misma en su relación con su propia madre. No
desvelaré más detalles. Tan solo diré que estamos ante un libro sumamente
inteligente, pues no es fácil desentrañar o desenredar los nudos de una vida
íntima y exponer públicamente el proceso siguiendo un patrón analítico. Y más
difícil es aún encontrar un final o salida en todo este embrollo, cosa que
Bechdel consigue con buena fortuna.
Puede sorprender la impudicia, o algo parecido, con que
Alison Bechdel sale de su armario, lo abre de par en par y nos muestra su
interior. Qué me importa a mí la vida de esta señora, puede decir alguien. No
obstante, en el arte, lo mismo que en el psicoanálisis, el asunto estriba en
convertir la anécdota en categoría universal.
Hay en Blankets una implicación personal del autor
(es una autobiografía) que no se da en Habibi. Sin embargo, aunque son
dos libros formalmente muy diferentes, uno y otro comparten una identidad
sustancial concerniente a su "mensaje".
Mientras que en Blankets Craig Thompson se sumerge en
el universo cristiano evangélico para acabar superando su rígida estrechez
normativa, en Habibi el entorno elegido para el relato es la cultura
arábiga impregnada por el Corán, si bien buscando sus puntos en común con la
Biblia. Y también en esta obra se da una superación de la rigidez textual de la
escritura sagrada.
En ambos casos, lo que prevalece al final es la importancia
insustituible de la vida del individuo.
En Blankets leemos acerca de la llegada del Reino de
Dios (Lucas 17, 20-21) que este se encuentra dentro de (o entre) nosotros.
En Habibi se nos dice que cuando le preguntaron al
Profeta: "¿Cuál es la Gran Jihad?", respondió: "Es la lucha
contra uno mismo".
En definitiva, Thompson no abomina de las religiones.
Simplemente concluye anhelando que los velos del Paraíso y del Infierno
desaparezcan... Y que los seguidores de Dios adoren no con la esperanza de una
recompensa ni por miedo al castigo, sino sencillamente por Amor.
Evidentemente, Craig Thompson cree en el valor de los cómics
como medio de diálogo intercultural y hasta de transformación individual y
social.
Decimos que la lectura de libros de literatura gráfica está
entre los adultos menos extendida en España que en otros países. Tal vez algo
tenga que ver en este dato el hecho de que aquí la afición por los cómics sale
más cara.
Por ejemplo. Habibi tiene en la edición española un
precio de 39 euros, un tanto excesivo para las economías medias de aquí. Pues
bien, el otro día encontré en una librería un par de ejemplares de ese libro a
19,95 euros, es decir, a un precio casi veinte euros más barato. Cogí un
ejemplar, lo miré, la portada era igual pero de otro material, el papel era más
amarillento, tenía menos gramaje, pesaba menos. Al cabo me di cuenta de un
detalle importante. Era una edición en inglés.
Y como tampoco hay excesiva costumbre entre nosotros de
visitar bibliotecas públicas...
Parece ser que Amazon y demás están empezando a
ofrecer cómics en formato digital para ebooks. Y siempre serán más baratos que
la edición impresa, supongo. Solo que donde esté un libro de papel encuadernado...