Salud y tebeos

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Mantened los ojos bien abiertos.
(Winsor McCay)

viernes, 30 de septiembre de 2016

Melancolía. El humor de Simon Hanselmann

En el ADN primitivo de los cómics -comic strips o historietas-, igual que en la palabra que los nombra, se encuentra la comedia. De ahí que en ocasiones se considere que un cómic trágico es cuanto menos un oxímoron (cuando en otras formas de representación, como el teatro, se acepta sin reparos la existencia de la tragicomedia).

El caso es que en el caldo primigenio del que surgen los cómics, sopa que es el mundo de la vida, se encuentra también la tragedia.

Y así, el espacio de la representación del tebeo va incluyendo la tragedia entre sus objetos. (El trasvase de las tragedias de Shakespeare en lenguaje de cómic realizado por Gianni De Luca es una lección magistral que muestra el alcance y amplitud de este lenguaje.)

De igual modo, el marco 'novela gráfica' es una especie de lecho de Procusto que acoge en su seno todo tipo de expresión y autoexpresión en cualquier clave (aspecto en el cual coincide, por cierto, con la novela agráfica).

Sin embargo, cuestan más de aceptar, o acaso de comprender, las síntesis comicotrágicas expresadas a través de historietas formalmante clásicas. Cosa que es precisamente lo que lleva a cabo Simon Hanselmann (n. 1981) en sus tebeos.


Melancolía (2016) es el último álbum de Hanselmann publicado en nuestro idioma por obra y gracia de Fulgencio Pimentel. Como otros títulos precedentes del autor (Hechizo total, Bahía de San Búho), Melancolía es una sucesión de historietas protagonizadas por Megg, Mogg y Búho, junto a otros personajes de la seire (Hail Satan!, en cambio, es una sola historieta larga con los mismos actores).

El formato historieta es respetado por Hanselmann en estos títulos no solo en el apartado formal (diagramación de la página mediante viñetas regulares, escenarios recurrentes, personajes aparentemente planos). También en el estilo narrativo predomina ese aire despreocupado y humorístico, cómico, que es propio de las historietas. Solo que, a mi entender, no estamos ante una mera serie de humor, por muy jocoso que este sea. Hanselman domina el formato historieta, está claro. Pero el discurso de este autor australiano transgrede de algún modo este formato, ya que lo utiliza para inocular en él un sentido que revela algo más que una pulsión trágica. El arte de Hanselmann hace posible el oxímoron. Comedia trágica, tragedia cómica. Aparentemente historietas.


Una forma de abordar el famoso humor negro de Hanselmann consiste en recordar que, sin ánimo de trastocar las palabras, el humor negro es uno de los cuatro líquidos corporales de cuya combinación depende el temperamento según la antigua teoría hipocrática. De los cuatro temperamentos establecidos por Hipócrates uno de ellos, el melancólico, se da cuando predomina en alguien el humor negro, la bilis negra que da nombre a la melancolía. Y Melancolía es, precisamente, el hasta ahora último título de la serie de Hanselmann sobre Megg, Mogg & Owl. Puro humor negro.

Ya sé que hoy el humor no se entiende como un líquido corporal a la manera hipocrática, sino más bien como una disposición anímica (buen humor, mal humor) o, sobre todo en el ámbito del entretenimiento popular, como sinónimo de risa (película de humor: la que hace reír). Con todo, no puedo evitar asociar el humor negro de Hanselmann al sentido etimológico de la palabra 'melancolía'.


Tragedia es lo que acaba irremediablemente mal. Comedia es lo contrario. Veremos cómo acaba, si es que acaba, la serie de Hanselmann. De momento, se aprecia poco a poco una retirada fatal, prefigurada ya en Bahía de San Búho (no solo en la portada que ilustra a Megg como Ofelia) y claramente explícita en Melancolía. Aunque no hay por qué ceder a la fatalidad. A fin de cuentas, los aspectos formales de la serie sugieren que bien podríamos estar ante la descripción costumbrista de una etapa adolescente capaz de ser superada. (Se diría incluso que los elementos autobiográficos del autor presentes en las vicisitudes de Megg, Mogg & Búho sugieren que siempre se sale.)

Esta posibilidad abierta acerca de un desenlace no determinado por el destino (el fatum), o la posibilidad para Megg por lo menos de salvar las circunstancias, es lo que le da catadura moral a la serie.

Quienes califican de amorales a los personajes de Hanselmann olvidan que hasta los piratas en un barco o una cueva comparten una cierta ética. De no ser así, no se reconocerían como semejantes y su asociación sería inviable.

Pero no hay un único código ético, igual que no hay un único código estético. La moral de los personajes de Hanselmann es una moral trágica, muy distinta de la moralidad de los biempensantes, de los que capitalizan las horas y de quienes participan del poder o aspiran a ello. Dista mucho de ser una moral convencional. Impagable en este sentido es la historieta titulada "Tarde de chicas", presente en Melancolía.

Es una moral trágica en cuanto hay una lucidez compartida por los personajes, los cuales parecen aceptar su condición y en ocasiones, ante la duda, la quieren (amor fati). La posibilidad de salvar esa condición es una opción. La de aceptarla es otra. En esa dualidad estriba el valor moral de la serie.

El oxímoron que tebeíza el arte de Hanselmann es de carácter existencial. Su propia vida, como la de todos, arranca a partir de un oxímoron. Hanselmann juega con él.



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